salud con responsabilidad

¿Quién es responsable?

 

Parece ser del conocimiento común que nuestro estado de salud depende de muchos factores entre los que se incluye nuestra genética, lo que tomamos y comemos, nuestros hábitos de sueño y ejercicio, la toxicidad del medio ambiente, nuestras emociones, etc.

 

Muchos de esos factores son muy difíciles, sino imposible,  que los podamos modificar, pero muchos otros sí se encuentran en nuestras manos y la mayoría están relacionados con lo que hacemos constantemente, todos los días. Pero parece que somos bastante incongruentes entre lo que sabemos y lo que hacemos.

 

Uno de los grandes problemas reside en el enfoque o acercamiento que tenemos hacia la salud. El más común en nuestra cultura es uno muy poco útil: ponemos atención hasta que algo nos duele, nos cuidamos en mayor o menor medida hasta que nos enfermamos y entonces acudimos a un médico –o con alguien- a que nos cure, a que se haga cargo de “eso” que nos está pasando. Es decir, hacemos responsables a los especialistas, a los que “sí saben” de devolvernos nuestra salud (¡aún y cuando no sigamos el tratamiento que nos dieron!).

 

Pocas veces reflexionamos sobre el por qué nos enfermamos, y si lo hacemos, buscamos explicaciones en el exterior: me contagiaron en el avión, la comida estaba mal lavada, seguramente no han cambiado los filtros del aire acondicionado de la oficina, los cambios de temperatura han sido muy drásticos…

 

No nos preguntamos “¿Qué hice o dejé de hacer para perder la salud?” Por ejemplo ¿qué he hecho para debilitar mi sistema inmunológico? Más que cómo adquirimos una enfermedad, la pregunta podría ser ¿cómo mi cuerpo, que es un sistema inteligente y autoregulado, perdió su equilibrio?

 

Y si de por sí no nos preguntamos casi nada, al final de esa lista de preguntas estarían las emociones. No nos gusta ser concientes de nuestras emociones negativas, pero no podemos cambiar el hecho de que la relación entre nuestra salud y nuestro estado emocional es muy estrecha y justo es lo que menos atendemos. Debemos recordar que incluso los sentimientos positivos tienen efectos curativos en el cuerpo.

 

Adicionalmente, estas son épocas de especial cuidado. Ya estamos cansados porque probablemente no hemos tenido vacaciones o no han sido suficientes durante todo el año, debemos entregar reportes, hacer cierres, nuestra alimentación incrementa en volumen pero empeora en calidad, el consumo de alcohol se incrementa y, ademas, son momentos “cargados” emocionalmente. En estas semanas nos preguntamos qué hemos hecho durante el año, si cumplimos o no con nuestros propósitos, nos estresamos por los gastos que hay que hacer, los regalos que hay que comprar, las fiestas a las que hay que ir, decidir con quién pasar la navidad…. Uff!!

 

Así es que, te invito a cambiar el punto de vista y te invito a hacerte responsable. Piensa en todo lo que haces día a día para procurar mantener tu salud. Toma la decisión de tener una cultura de salud preventiva y no curativa. ¿Qué pequeños cambios puedes empezar a hacer a partir de ahora (sí, de ahora, no del año que entra) que promuevan tu salud?

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