Así lo informan en estudio reciente en el Journal of Happiness, el cual reporta que darle demasiado valor a sentirse feliz reduce la habilidad de las personas para disfrutar de la vida, y que por lo contrario, se vinculó a sentimientos depresivos.
Se sabe que dirigir nuestra atención tiene un gran impacto en cómo nos sentimos. Normalmente los pensamientos preceden a las emociones. Si no dirigimos la atención deliberadamente, es más probable que nos veamos inundados por el sentimiento de falta de felicidad.
En el estudio mencionado, encontraron que incrementar el valor de la felicidad estaba vinculado a un menor control de la atención sobre la emoción, así como una menor capacidad para disfrutar las experiencias positivas.
“Tenemos un espacio cognitivo y ancho de banda limitados” explica el psicologo de Princeton Eldar Shafir. “Cuando te enfocas mucho en una cosa, hay menos mente para dedicar a otras cosas. Lo llamamos tunelización; a medida que te dedicas más y más a lidiar con la escasez, tienes menos y menos para otras cosas en tu vida”.
En la lucha incesante por encontrar la felicidad, comentemos muchos errores. Algunos comunes son:
Cuando estamos en la búsqueda de la felicidad, nuestra meta es experimentar más gozo y satisfacción. Para saber si estamos progresando, necesitamos realizar una comparación. Y ahí se genera el problema, en el momento en el que realizamos la comparación, estamos cambiando de un modo experiencial a un modo evaluativo. Dirigimos nuestra atención al pasado para poder comparar nuestros distintos niveles de felicidad, lo que nos impide vivir el momento y nos enfoca en lo poco o menos felices que somos respecto a otros tiempos.
El psicólogo Dan Gilbert explica cómo tendemos a sobrevalorar el impacto en los eventos positivos de la vida. Creemos que ser promovidos en nuestro trabajo, realizar un viaje o encontrar una gran pareja nos hará felices, sin considerar que nos vamos a adaptar a las nuevas circunstancias. Al adaptarnos, los eventos o circunstancias de la vida, pierden peso relativo. Al momento de lograr alguna meta o alcanzar un objetivo, empezamos a sentir que nos hace falta algo, lo que nos coloca en un camino interminable en el cual la felicidad pareciera ser inalcanzable.
La felicidad es un estado individual, por lo que en la búsqueda de ella, es natural que nos enfoquemos en nosotros mismos. Nos autocentralizamos y debilitamos nuestra capacidad de contacto y empatía con los demás. Una atención auto enfocada socava la felicidad y puede incluso provocar depresión. Muchas veces la gente se siente más sola.
Cuando queremos ser felices, buscamos emociones positivas fuertes (alegría, entusiasmo, euforia). Muchos estudios han revelado que la felicidad es guiada más por la frecuencia y no por la intensidad de las emociones positivas que experimentamos. Cuando evaluamos nuestras experiencias, lo hacemos comparándolas con un estándar alto, lo que favorece decepcionarse.
Pensamos que es posible encontrar la felicidad, como si fuera un tesoro que se encuentra al final del arcoiris o un premio que obtenemos tras un gran esfuerzo y sacrificio. De esta manera pensamos erróneamente en la felicidad como si fuera objeto. Nunca será algo que podamos agarrar con nuestras manos, no es un lugar al que podamos llegar, no es algo tangible ni definitivo, es algo que podemos experimentar, sentir.
¿Qué podemos hacer? Aquí algunas ideas para poner en práctica:
Me parece que en primer lugar, cambiar nuestra forma de concebir la felicidad. Modificar lo que creemos que es y la fórmula que nos hemos contado para alcanzarla. Mientras no internalicemos esto, seguiremos en el rumbo equivocado.
Algo muy importante es vivir el aquí y el ahora. Practicar el mindfulness o atención plena, ese estado mental relajado de conciencia en el momento presente, marcado por apertura y curiosidad hacia los sentimientos más que hacia los juicios sobre ellos. Cuando llevas la atención plena a sentimientos negativos, éstos pierden su impacto. Solo déjalos estar sin luchar contra ellos, y eventualmente sentirás menos ansiedad y tristeza. No quieras desaparecer tus sentimientos negativos, pero tampoco los dejes interponerse en el camino de tus acciones productivas.
Tomar decisiones sobre a qué dirigir nuestra atención. Si vas a dirigir tu atención, hazlo a todo lo que sí tienes, a lo que está bien ahora, a lo que puedes disfrutar en el momento. Sonja Lyubomirsky, profesora de psicología en la Universidad de California, dice que es posible romper el ciclo de la felicidad inalcanzable si nos enfocamos en actividades que sean dinámicas, sorprendentes, que absorban nuestra atención y le restemos tiempo a aquellas que es probable que nos aburran, como adquirir cosas brillantes.
Recuerda que la felicidad no implica sonreir todo el tiempo. Tampoco eliminar el mal humor o los sentimientos de tristeza. Cicerón dijo que la felicidad consiste en la tranquilidad de la mente.
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